
En Estados Unidos y España, el uso desmedido de la web merece clínicas especializadas; en México sólo existe el servicio de terapias individuales
Ser parte de una red social significa compartir con otras personas los mismos intereses y preocupaciones, pero esta actividad se convierte en una adicción cuando se sustituye la vida social por la virtual.
José de Jesús González Núñez, presidente honorario del Instituto de Investigación en Psicología Clínica y Social, señala que se considera adicción cuando una persona permanece más de seis horas diarias, no por cuestiones profesionales o de estudio, conectada al espacio digital.
"En estos casos el sujeto se ‘despersonaliza' y puede manejar su imagen a su antojo para estar en contacto con otras personas virtuales, con gente que él construye a su imagen, pensamiento y afecto".
Explica que cuando estos usuarios entran a la red edifican una realidad virtual, a la medida de su imaginación, necesidades y fantasías. Las comunidades virtuales, dice, tienen una parte positiva, ya que son una excelente herramienta de comunicación laboral y social, pero en algunas personas, sobre todo en adolescentes, llenan "vacíos" familiares, sociales o afectivos.
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