Las huellas de los delitos en redes sociales cada vez son más numerosas y la policía se aprovecha de esta circunstancia para rastrear en nuestras cuentas.
Las investigaciones policiales han avanzado en busca de las evidencias concretas de delitos. El problema está en diferenciar qué grado de necesidad hay de llegar tan lejos y en qué momento se está violando el derecho a la privacidad por asuntos constitutivos de delito o no.
Hay múltiples casos en todo mundo en el que Facebook ha sido clave para que policía llevase a cabo un arresto. Hay casos tan graves como la detención de un asesino filipino, Mark Dizon. Fue reconocido ya que era amigo en la red social de la hija de una de las víctimas. Una base de datos imprescindible y con un acceso garantizado.
«The Hufftington Post» menciona la mala suerte que tuvo Adam Bauer, un estadounidense de 19 años detenido por beber alcohol sin la edad mínima en sus Estado. Bauer aceptó a una desconocida atractiva en Facebook, autorizándola a ver sus fotos. En algunas aparecía sujetando, ni siquiera bebiendo, una cerveza. Poco después fue reclamado por la policía para declarar por su delito, junto a otros siete menores más.